domingo, 16 de noviembre de 2014

LA ALTIVA TEMPESTAD













 
 
tenía cráteres y escombros
debajo de los pies
 
cicatrices
que no cicatrizaban
 
norias profundas y excesivas
 
se me pasaron a las manos
cuando me largué a construir vías lácteas
en el delirio anfibio del Círculo Polar
 
la tramposa confusión de lo inapelable,
 
del rostro dormido tan dormido
asomándose entre las sábanas
y la nada
 
después las bestias treparon
como queriendo evitar cualquier indicio de perdón
y que por advertencia o sexo alto
se pusieron a parir
una cachetada feroz y desalmada
medio a medio del asombro
 
y luego
esos cráteres/ la herida/ su luna cicatriz
 las escamas
se convirtieron
en campos abiertos
extraviados por tanta saliva derramada
en el origen híbrido del mar
 
en lo perplejo que jamás se pudo comprender
 
mucho menos reparar
 
se alzaron
al grito y su violencia
 
se me enquistaron
más allá del pecho
 
en el desempeño carnal del volar enfermos
 
y ahora
temo que la imprudencia de los países borrachos
acabe desollándome la realidad
 
porque abres esa puerta
que jamás quisiste abrir
te hablan las paredes
escuchas voces
y te das cuenta 
que hay cosas
que no se hacen
 
o mejor dicho
que no se deberían
hacer
 
jamás 

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