uno norte
tenía cráteres y escombros
debajo de los pies
cicatrices
que no cicatrizaban
norias profundas y excesivas
se me pasaron a las manos
cuando me largué a construir vías lácteas
en el delirio anfibio del Círculo Polar
la tramposa confusión de lo inapelable,
del rostro dormido tan dormido
asomándose entre las sábanas
y la nada
después las bestias treparon
como queriendo evitar cualquier indicio de perdón
y que por advertencia o sexo alto
se pusieron a parir
una cachetada feroz y desalmada
medio a medio del asombro
y luego
esos cráteres/ la herida/ su luna cicatriz
las escamas
se convirtieron
en campos abiertos
extraviados por tanta saliva derramada
en el origen híbrido del mar
en lo perplejo que jamás se pudo comprender
mucho menos reparar
se alzaron
al grito y su violencia
se me enquistaron
más allá del pecho
en el desempeño carnal del volar enfermos
y ahora
temo que la imprudencia de los países borrachos
acabe desollándome la realidad
porque abres esa puerta
que jamás quisiste abrir
te hablan las paredes
escuchas voces
y te das cuenta
que hay cosas
que no se hacen
o mejor dicho
que no se deberían
hacer
jamás
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